SALVAR EL FUEGO- GUILLERMO ARRIAGA
- Angélica Villalba Eljach
- 23 ene 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 11 mar 2021

Eran las 8 de la noche de una noche decembrina en Bogotá, fría como debe ser por esa época, esperábamos a nuestro guía para hacer el recorrido nocturno que nos llevaría a San Victorino, al antiguo Bronx, a la calle de los prostíbulos y otros hasta llegar a la Plaza de las hierbas. Estábamos retrasados porque nos hacían falta las personas más importantes de nuestro tour, nuestros “ex habitantes de calle”, imprescindibles para hacer ese recorrido con la certeza de ver lo que debíamos ver y para tratar de no irrumpir en las fronteras invisibles que definitivamente no podíamos pasar.
Ahí, en la esquina de la Cra 7ma con Av. Jiménez me asaré por el retraso y el frío, fui a comprar un tinto callejero, no comí cuento de contagio por el Covid-19, estaba desesperada por no seguir en ese lugar, entre más tarde saliéramos, más tarde llegaríamos. En ese momento se acerca un amigo, pide otro tinto y me pregunta sobre los libros que leí en el 2020, que cuál de mis lecturas le recomiendo. Al final de mi lista con sus respectivas explicaciones me dice: yo leí de todo, pero el único que te voy a recomendar es #SalvarElFuego de Guillermo Arriaga.
Ese era el libro escogido para finalizar el año en uno de mis clubes de lectura de Cartagena, y le conté que no me había gustado la reseña del libro cuando me lo recomendaron en el Club. Pero el insistió y le creí, me “vendió” muy bien el libro y menos mal que llegué a él.
Escribo todo el contexto porque no hay mejor forma de empezar a reseñar un libro para el Blog de #CalleYLetras, pues Salvar el Fuego es un libro cuyo contenido está cargado de calle, de lo que pasa realmente fuera de las burbujas en las que vivimos la mayoría de nosotros. Así como las calles más deprimentes de Bogotá, en donde la ley simplemente es algo completamente distinto a lo que nosotros muy estudiados y citadinos creemos que es.
#SalvarElFuego nos cuenta la radiografía de muchas cárceles en México que están llenas de toda la cadena que hace parte de los carteles de la droga, nos cuenta de los privilegios de la clase media y alta que ha sido beneficiada por herencias familiares o bien por el trabajo duro y honesto. Hasta aquí, nada fuera de lo común, la proeza del libro empieza cuando las vidas de personas que vienen de mundos tan distintos se unen, a través del arte. Si, del arte.
El arte como manifestación de la cultura y de la expresión de los seres humanos tiene la ventaja de ser la única cosa que puede trasmitir intensidad emocional a desaventajados y a privilegiados por igual. En el libro podemos ver como el arte sirve para expiar culpar, vemos como la inspiración llega a través de momentos, lugares y personas insospechadas, pero sobre todo… que cualquiera, dados los momentos, los lugares y las personas puede ser un artista. Me atrevo a decir que el arte es de las pocas cosas realmente democráticas que existen, pero sobre esta tesis podemos discutir a viva voz en otro momento.
Este libro me dio una bofetada, me sacudió y me hizo pensar en miles de situaciones posibles para las que definitivamente no estoy preparada, porque tal y como se menciona en el texto, vivimos “enclaustrados en nuestros microscopios mundos, perdíamos de vista la parte más vital y cruda de nuestra naturaleza”, y al leer esto pocos van a estar dispuestos a reconocer que la naturaleza humana puede llegar a ser sucia y salvaje sin importar la “clase” en la que nos hayamos criado.
Conforme leía, el libro recordaba las historias del recorrido que hice esa noche en Bogotá. Lograba sentir la furia y el frío de muchos lugares, sitios a los que estamos acostumbrados a referirnos pero que no alcanzamos a dimensionar en sus verdaderos contextos. Decimos “el antiguo Bronx” y no recordamos que ese era el foco más grande de la miseria humana que podíamos encontrar en Bogotá, que por un gramo de bazuco te podían matar. Y es que el sentido de la vida los colombianos lo hemos perdido, más si ese sentido de alguna u otra forma tiene que ver con la droga, no hay país en el mundo que haya puesto más muertos por cuenta de la lucha ridícula en contra de la droga, y junto con México, las oportunidades de “ser alguien” se han visto permeadas por la cercanía que se tenga con esos asuntos, desde jóvenes sin oportunidades económicas de poder estudiar hasta políticos que quizá algún día pensaron en hacer al menos una cosa bien por el bien común, han encontrado en “la droga” una única forma de entender el poder y la vida misma.
El libro también nos presenta un punto de vista que es difícil de abordar, y es el alcance que tiene la discriminación positiva. Cuando grupos poblacionales históricamente discriminados o violentados actúan igual que sus victimarios y cuyas acciones son igual de perversas que las pudieron tener contra sus ancestros o ellos mismos en el pasado, se perpetúan comportamientos que en el marco de la vida en sociedad tampoco llevan a que se construyan relaciones filiales y honestas en las que se reconozca integralmente la labor, inteligencia, sentimientos y lucha de las personas que se han “hecho a pulso”, más allá de la simple categorización de ex maltratado. (Pero nosotros en este blog aun no estamos listos para esa conversación, necesitamos más estudio, pero se las dejo ahí, para que investiguen y picarlos con el libro).
Por si fuera poco, otra reflexión compleja que quiero traer de #SalvarElFuego a este blog tiene que ver con las personas que lo tienen todo y de repente no quieren nada. Es algo que me dejó pensando varios días… siento que me ha costado interiorizar las decisiones de la protagonista de la historia justamente porque siento que no lo tengo todo, y que aun me falta demasiado para llegar al limite de lo que consideraría el punto de equilibrio de mi vida.
La historia que #GuillermoArriaga nos presenta es el ejemplo de cuando nos cuentan algo y decimos “#No Te Lo Puedo Creer” … cuando alguna persona se suicida sin ningún tipo de problemas aparentemente, o cuando alguien abandona a su matrimonio feliz por ir a recorrer el Tíbet y hacer un voto de silencio, o cuando un archimillonario le deja su herencia a un gato… y todo lo que se les pueda ocurrir. El hecho es que la historia que nos narran nos sacude y para poderla entender, para poderla disfrutar y para poder llegar al final, en mi caso personal tuve que despojarme de un par de prejuicios, tuve que recordar que en la vida todo puede pasar, que yo no sería nadie para meterme en la vida de otros ni opinar acerca de lo que deciden, que por más que yo ame a una persona no puedo cambiarla, y lo cierto es que el libro alcanzó a generarme un choque emocional al barajar una cantidad de posibilidades que me hacían ponerme en los zapatos de la protagonista, chocando con mis forma de pensar al imaginar cómo sería mi accionar en el caso planteado, al final concluí que lo que yo consideraba que eran emociones fuertes son solo un simulacro de la vida real.
Sobre la estructura del libro puedo decir que se le nota la cercanía con los temas cinematográficos, no está demás recordar que #GuillermoArriaga es el guionista de las afamadas películas Amores perros, 21 gramos, Babel, Los tres entierros de Melquiades Estrada y The Burning Plain. Confieso que por la descripción de las escenas y las formas en cómo terminaban algunos capítulos alcanzaba a anticipar ciertas reacciones de los personajes y que la descripción minuciosa en sonidos, olores, colores, texturas son casi que imaginables en cuadros en diferentes dimensiones mientras uno lo va leyendo.
Por último, hay algo que no me puedo callar: le sobran páginas al libro. No me pienso disculpar por la arrogancia de corte editorial porque honestamente creo que algunas partes se extendieron demasiado y a la hora del té, no generan la recordación de otras que con la contundencia con la que fueron escritas no necesitaron alargarse.
Lean salvar el Fuego, es un libro poderoso.
Les comparto algunas de las frases que subrayé leyendo el libro:
- Sobre los alambres de púas dicen en el libro: “La puta ambición del ser humano por delimitar las tierras, así sean un peladero”
- “Prefería la prosa áspera de los reos a la estilización vacua y rococó de esos <<autores>>”
- “Cumplía así con los propósitos de la escritura: escribir para compartir, para confrontar, para provocar. Escribir para rebelarse. Escribir para reafirmarse. Escribir para no enloquecer. Escribir para apuñar. Para apuntalar. Para apurar. Escribir para no morir tanto”
- “Es triste que nuestro cerebro no sea capaz de almacenar los recuerdos de cada segundo de nuestra vida (…). El recuerdo de nuestro pasado queda a mitad de camino entre lo ficticio y lo verídico”
- “La cárcel no la saca uno de uno ni tallándola con agua y jabón. No sale ni aunque te declaren inocente”
- “No es que lo aborreciera por ser él, sino por el que yo era en comparación con él. Esa es la más intransitable de las envidias, la que se coagula en el estrecho pasaje hacia la confianza en uno mismo”
- “Y así, a diario convivía con mujeres emocionalmente mutiladas, secuestradas por un sistema que las oprime y las aplasta, muertas desde antes de nacer”
- “Cada orgasmo me repetía la razón por la cual me había ido con él: para liberarme de la calcificación creciente que me fosilizaba desde dentro”
- “En cada escuela para burguesitas, debían impartir las materias Calle I, Calle II y Calle III y así desde la primaria hasta la universidad”
- “… las ventajas de la blancura en un país racista”
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