COLOR ARREBOL
- Angélica Villalba Eljach
- 3 feb 2021
- 2 Min. de lectura

Uno de los nombres que fue pensado para esta nueva temporada del Blog fue “Color Arrebol”, el color mismo y su significado me inspiran, y me pareció justo dedicar una entrada para hablar de este momento.
Para quienes no lo tienen tan claro, el arrebol es el color rojo que tintura las nubes gracias a los rayos del sol en algunos amaneceres y más comúnmente cuando cae la tarde. El color arrebol también se utiliza para señalar el color de las mejillas de una persona cuando se sonroja.
Me he descubierto fanática del arrebol porque no siempre es visible y porque siento simpatía por las personas que logran sonrojarse, no todos somos así.
Siento que los días mejoran sustancialmente cuando el sol deja de ser esa luz brillante para convertirse en la multiplicidad de tonos que dan por resultado el color arrebol. En el caso de las ciudades costeras, ese momento que va desde las 5:40 y las 6:30 de la tarde es simplemente mágico, el arrebol logra sacar sombras de color rosado que paralizan todo por al menos un instante, y aunque en el interior del país es más escaso verlo con intensidad, cada vez que logro verlo me emociono.
Tengo la costumbre de trabajar al lado del balcón de mi apartamento en Bogotá y desde ahí puedo ver el transito del color del cielo con el pasar del día, aunque no alcance a ver el momento exacto en el que se oculta el sol puedo disfrutar de los colores que de vez en cuando se van ocultando del otro lado de la montaña, y ese resulta ser un momento de pausa y de agradecimiento por la forma en cómo termina la jornada, recordándome que hay un mundo más allá de las pantallas.
Como estuve varios días en Cartagena, fueron muchos los arreboles que pude ver de seguido, por ejemplo, la semana pasada tuve una cita para ver el atardecer, fue una propuesta que no dude en aceptar y aunque tuve que salir conectada a una reunión desde el celular, no podía perder la posibilidad de ver un atardecer en la playa, no es algo que me pueda dar el lujo de despreciar siendo algo que disfruto tanto, menos cuando la reunión terminó en el instante preciso para que en cuestión de segundos, apareciera el tan esperado tono rojizo.
Me gusta decir que yo podría ser de cualquier pueblo, si mi familia viviera en la selva, en el desierto o en el campo allá pasaría los días, pero tengo la fortuna de haber nacido en Cartagena de Indias y que aquí vivan buena parte de los míos, porque al decir “voy a casa” siento que las tardes me dan un regalo maravilloso, como la foto que aquí les comparto, la tomé el sábado 23 de enero del 2021 pasadas las 6 de la tarde estando en la playa de Castillogrande.

Seguramente algunos de los que leerán esta entrada tendrán su propia colección de atardeceres en la galería de su celular. Otros tendrán otros momentos de inspiración que los motiven inclusive, a escribir líneas como estas.
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