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CUANDO LOS NIÑOS DICEN BASTA- FRANCESCO TONUCCI

  • Foto del escritor: Angélica Villalba Eljach
    Angélica Villalba Eljach
  • 23 abr 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 18 mar 2019


Me emociona escribir una entrada sobre este libro. En primer lugar debo decir que tuve la fortuna de conversar con el maestro Francesco Tonucci sobre su obra y su trabajo como pedagogo, más allá de reseñar el libro, trataré de complementar algunas de las partes que he escogido para este ejercicio con sus vivas apreciaciones.


¿Cuándo los niños dicen basta?

Más a menudo de lo que nos gustaría a los adultos, pero los niños que se atreven a decir “basta” son aquellos a los que les hemos negado el derecho a su libre expresión, y sobre todo, son niños que ya han intentado otros métodos para comunicarse, incluyendo la manipulación… cada vez más, nuestros niños son ignorados, no son consultados acerca de su futuro y se les exige constantemente que sean buenos hombres o mujeres, no niños.


¿Qué dice el libro?


Conversatorio con Francesco Tonucci en Pasacaballos (en mis piernas, el libro referenciado)

Este libro recoge la experiencia de Tonucci a lo largo de varias ciudades en donde se ha aplicado su proyecto “La ciudad de los niños” (también se consigue ese libro) en donde se parte de una premisa que nos cuesta trabajo admitir: los niños son sujeto de derechos y como ciudadanos tiene derecho a opinar e incidir en la toma de decisiones que los afecten.


Los testimonios de los niños que han participado en el proyecto “La ciudad de los niños” nos enseñan que lo que quieren y expresan los niños siempre es lo mejor para todos, por ejemplo: una ciudad más segura, para poder ir al parque a jugar definitivamente es una ciudad más segura para todos; poder ir en bicicleta al colegio implicaría una cultura ciudadana de movilidad adecuada para todos, tener padres felices… que tienen un buen trabajo, no sufren con la movilidad y la seguridad en la calle, no sólo es bueno para ellos, también lo es para la sociedad en general.


El planteamiento de Tonucci nos evidencia que las ciudades cada día son más agresivas para los niños. Se privilegia el espacio público para los carros (parqueaderos) e inclusive para las mascotas, al punto que en los edificios y conjuntos cerrados se castiga correr por los pasillos y hacer bulla en las áreas comunes, dejando imposibilitados a los niños que quieren jugar.


Y el juego es una de las máximas que hemos olvidado sobre los Derechos de los niños. La OMS recomienda que un niño juegue al menos 60 minutos al día, no cuentan los video juegos ni las tabletas. Para que nos hagamos una idea, en Colombia el tiempo que juega un niño a la semana es de 60 minutos. Recuerden que el tiempo que dedican los niños a clase de piano, fútbol en una escuela, danza entre otros, no vale como juego.


La falla del sistema educativo

Tonucci afirma con la experiencia que le da haber enseñado durante tanto años, que los niños nacen siendo investigadores por naturaleza, y el sistema educativo al pretender que los niños no se muevan de la silla y que no cuestionen las cosas mediante la conversación y reacción dentro del aula, merma esas capacidades.



El autor es enfático, y mediante fórmulas casi matemáticas, al afirmar que la educación empieza antes, y con eso, hace referencia específica al tema de la primera infancia y en esto sí que estoy de acuerdo, de hecho, así es que me “gano la vida” actualmente, gerenciando un proyecto de atención para primera infancia que incluye el diseño de un modelo de atención y formación especial para este lugar, que se basa en procesos de movilización, demostración, investigación y educación inicial aplicada al contexto del corregimiento de Pasacaballos- Cartagena de Indias (si quieren ver un poco más vean los siguientes links: https://www.youtube.com/watch?v=A0aldNvIzUs y https://www.youtube.com/watch?v=-1Qe9-JFb2M).


Otro de sus planteamientos, tal vez uno de los más incomodos, dicta que las tareas son nefastas para el desarrollo de los niños, Tonucci se declara “enfadado” con las tareas porque nuestros niños se levantan muy temprano para ir a estudiar y cada vez llegan más tarde, cada vez llegan a hacer otro tipo de actividades supervisadas, o para ir a terapias ocupacionales (cada vez más de moda) y a veces, son las 9 de la noche y los niños siguen haciendo tareas, sin que tengan tiempo al día para ser “niños”, jugar con los hermanos, “molestar” a los adultos y para explorar su entorno.


Lo anterior nos pone de frente que los niños constantemente están haciendo un gran trabajo. Tenemos que romper el paradigma de que la mejor escuela es la que lo tiene todo, no, la mejor escuela es donde un maestro con verdadera vocación respeta, habla y escucha a los niños, lo suficiente para que las lecciones sean aprendidas en el aula y no tengan que ser llevadas a casa.


Pero lo más importante sobre el tema de las tareas es lo siguiente: la mayor parte del tiempo, los niños que no hacen las tareas o que las hacen mal, son niños que tienen problemas en casa, al volver a la escuela y recibir una calificación negativa o al no haber desarrollado el tema lo suficiente para progresar en el aula, estamos acrecentando una brecha social. No todos los niños son iguales y con las calificaciones que buscan la estandarización, estamos acrecentando las diferencias que existen, porque nos guste o no, el mundo es mega-diverso y la realidad de cada cual es diferente.


Tonucci recomienda que le leamos a los niños en voz alta, no solo cuentos cortos, recomienda leer historias largas, 10-15 minutos a diario, generando expectativas y paciencia para esperar el desenlace de la historia narrada, esto los induce a la cotidianidad real, abre el camino para que se obtenga habito de buen lector, despierta la imaginación y facilita que la literatura se vuelva importante en la vida de los niños.


Lo que más me gustó del libro:

Las ilustraciones de FRATO (seudónimo de Tonucci para firmar sus caricaturas) y que están a lo largo de este post. Bien dicen que una imagen vale más que mil palabras.


Lo que no me gustó del libro:

En la parte inicial del libro, el autor hace una reflexión acerca de la maternidad y el derecho de tener hermanos por parte de los niños. Me parece una posición bastante ortodoxa frente a la decisión que toman las mujeres de ser madres o no, bien sea estando casadas o solteras.


Pero peor aún, hace una crítica bastante fuerte a las parejas que deciden tener solo un hijo, me parece una postura bastante intransigente para estos tiempos en los que trascurre la humanidad. Entiendo que el maestro Tonucci es un hombre mayor y por ende debe tener al menos un pensamiento conservador (porque la verdad es que es bien progresista), bien nos los dijo en varias ocasiones: él tuvo tres hijos y con eso pensó que tendría 9 nietos, solo tiene 2 y cree que ahí quedo su cuenta, y es algo que no estaba en “sus planes”.


Cuando los niños dicen basta es un libro recomendado para…

- Aquellos que quieres cuestionar como la sociedad está comprometida con la realización de los derechos de los niños. No solo padres o maestros, todos tenemos un compromiso con la infancia, todos nosotros somos el ejemplo.

- Para los maestros que quieren dar lo mejor de sí para sus alumnos.

- Para los arquitectos, la ciudad que le estamos dando a los niños cada vez es peor, los niños no piden “parques especializados” quieren muchas plaza, no tienen que ser gigantes, pueden ser pequeñas pero muchas, los niños no quieren que insonoricen las puertas internas sino las externas para poder gritar y reír mientras juegan…

- Para los padres, no se asusten, pero lean.

- Para los políticos, los niños son ciudadanos, sin cedula y sin voto, y por ende necesitan mucho de nuestra representación para incidir en la toma de decisiones, y el mundo es de ellos, no lo podemos olvidar.


Me quedo corta en esta entrada, pero espero haber dejado los datos necesarios para motivarlos a consultar la obra de este gran ser humano que es Francesco Tonucci.

1 Comment


Gaby Monterrosa de Ramírez
Gaby Monterrosa de Ramírez
May 23, 2018

Las ilustraciones están hermosas

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Angélica Villalba Eljach
escribo para recordar que estoy hecha de callecitas y letras...

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