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VOLVER A CASA- YAA GYASI

  • Foto del escritor: Angélica Villalba Eljach
    Angélica Villalba Eljach
  • 2 abr 2018
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 18 mar 2019


Este libro es una proeza. Haber contado en menos de 400 páginas la historia de una familia a lo largo de 4 siglos, tocando temas tan importantes como la conformación de las naciones africanas, la esclavitud, el racismo y la necesidad de “saber de dónde se es”, es tal y como empiezo esta entrada: una proeza, aún más si tenemos en cuenta que Volver a casa es el primer libro que escribe Yaa Gyasi.


La verdad es que cuando escuché hablar a Yaa Gyasi en el Hay Festival Cartagena 2018 no me dieron ganas de leer su libro, lo anoté #YmeDijeAmiMisma que lo leería en otro momento de la vida, lo cual me ha hecho pensar en la importancia que cobran escenarios como los clubes de lectura o talleres de tinte literario, pues nos hacen salir de nuestra zona de confort y nos permiten disfrutar de lo que inicialmente no nos llama la atención. Llegue a este libro porque fue el escogido en el Taller de Lectura al que asisto en Cartagena para ser discutido esta semana.


A pesar de no haberme llamado la atención, no olvido que Yaa contó al público que antes de empezar a escribir su novela, uno de los libros que le sirvió para perder el temor sobre la línea de tiempo que pensaba utilizar fue Cien años de soledad, y al mismo tiempo, para hacer usos de los rituales africanos sin haberlos vivido o apropiado, terminó utilizando un poco del realismo mágico de Gabriel García Márquez. Esta situación que marcó pautas para el producto final del trabajo de Yaa no es algo menor, merece la pena que estemos atentos a los recursos que los nuevos escritores utilizan para producir sus textos, y es un honor encontrar un poco de Gabo en casos como este. El realismo mágico también se puede ver en las descripciones que hizo Yaa Gyasi en medio de la cotidianidad en la que se van desenvolviendo sus personajes, frases en las que se lee por ejemplo “la joven sintió una corriente fría recorrer la línea que unía sus ojos con los de él y llegarle a la mina de la boca del estómago” parecen sacadas de una obra de Gabo.

La juventud de la autora también es notable en su escritura (y no es una crítica, ya quisiera poder escribir a mis 32 años, como Yaa que tiene 29). Utiliza expresiones que he catalogado como “muy millennial” al referirse por ejemplo a una pareja utilizando palabras compuestas del tipo “Brangelina” (así se referían a Brad Pitt y a Angelina Jolie cuando estaban juntos). Por otro lado, describe de forma muy tierna y recurrentemente, el placer que sienten las parejas, pero más que todo las mujeres, al reposar nuestra cabeza en el pecho de los hombres mientras la largura de nuestras piernas se enredan con el cuerpo del sujeto en cuestión.


Comúnmente encontramos libros que se extienden demasiado en descripciones por encima de la narración que están contando, este libro, a pesar de tener pasajes en donde los personajes a veces se ensimisman recordando sucesos o imaginando situaciones, no lo hace ser ese tipo de libros. De hecho en algunas partes, mientras se va pasando de capítulo a capítulo, sentí que me hizo falta un poco más, sentí que di un salto y no un paso a lo largo de la lectura.


Lo anterior, tal vez obedece a que cada capítulo pertenece a un personaje, y a su vez, cada personaje es familiar del anterior. Con fortuna, al inicio del libro nos presentan el árbol genealógico sobre los personajes de los que se estará hablando, la verdad es que sin ese hilo conductor podríamos confundir de que “lado” de la familia se está desarrollando la historia.


Volver a casa es el libro perfecto para aquellas personas que sienten la necesidad de saber de donde son. A diario podemos encontrar personas que tienen apellidos que no son convencionales y no tienen idea de donde proceden, a algunos les importa y quisieran ahondar un poco en su pasado, a otros simplemente no les causa curiosidad.

Vale la pena mencionar que Yaa Gyasi no cuenta en su novela la historia de su familia, si bien el momento cumbre de su inspiración se da mientras realiza un viaje de investigación a Ghana, la decisión de escribir este libro viene luego de escuchar las historias de sus padres y de haber leído muchos otros libros, pero en especial, después de haber ido al Castillo/Fuerte de Cape Coast, cuando decide escribir en principio, sobre la vida de esas mujeres que perteneciendo al mismo lugar se ven obligadas a tener vidas muy diferentes, en donde son separadas de sus familias y en donde terminan esclavizadas o casadas a la fuerza, y un sin número de situaciones que también se encuentran a lo largo del libro.


Sobre los momentos históricos que aborda Yaa Gyasi en Volver a Casa mencionaré únicamente tres:


1) Es impresionante como a lo largo de la historia, en todas las culturas, siempre se consideró a la mujer culpable de no poder procrear cuando no quedaba embarazada, como se les estigmatizaba y hasta castigaba por ello. Definitivamente hemos avanzado, estos temas tan primitivos aunque se presenten en algunos lugares del mundo, cada vez son más escasos.


2) La conversión de África al Islam es algo que sigue siendo poco estudiado y en donde cada vez, encontramos más historias por contar, sobretodo porque en esas historias se han ido encontrando las explicaciones más sencillas y necesarias para entender la conformación y conflictos de los Estados-Nación africanos.


3) La esclavitud en los Estados Unidos es un proceso muy diferente al que se vivió en otras partes del mundo. La lucha de los africanos y afro descendientes en ese país dista mucho de los procesos de liberación y restablecimiento de los derechos que vivimos en Colombia, por ejemplo.


Recomiendo ver el documental Enmienda XIII, que nos da una mirada muy importante de lo que ha significado hasta hoy, el disfrute de la “libertad” en todas sus dimensiones para los afro descendientes en Estados Unidos, realmente es un gran complemento para interiorizar lo que nos deja este libro.


Lo que no me gustó:


1) A pesar de recomendar la lectura de este libro a ojos cerrados, encontré un par de imprecisiones históricas que estoy por corroborar, por ejemplo, no estoy segura de que los africanos esclavizados pudieran referirse 4 siglos atrás al mar que veían como “Océano Atlántico”. Investigaré y les contaré del resultado.


2) El hecho de que los personajes en ocasiones “supusieran cosas” sobre personajes secundarios para ambientar algunas escenas, lo cual solo hace que se alargue algunas páginas el libro, y la verdad es que Yaa Gyasi construyó personajes tan fuertes que no necesitaba de ese recurso literario para resaltar lo que estaba narrando.


Este es un libro recomendado para aquellas personas que quieren:


1) Una novela donde todos los personajes sean importantes


2) Una historia que los acerque a África


3) Una historia contada con la frescura y originalidad de un escritor nuevo, que goza de ser al tiempo mujer, afro descendiente, migrante y joven, pero que sobre todo eso no se siente discriminada.


4) Una novela que hable de la esclavitud más allá del fenómeno económico-político que ya hemos leído con anterioridad, especialmente los que vivimos en Cartagena de Indias, sino de la esclavitud como fenómeno directo de fragmentación y debilitamiento de la estructura humana social básica: de la familia.


A título súper personal…


1) Ser internacionalista, o “profesional en cultura general” como me gusta autodenominarme me ha servido para ver en este libro muchos temas sobre los cuales quiero seguir leyendo, no solo por curiosidad o por placer, también de forma académica.


Debo admitir que las historias que cuentan cada personaje creado por Yaa Gyasi no me impactaron o cambiaron mi visión del mundo, como sé que le ha ocurrido a otras personas que han tenido la oportunidad de leer este libro, pues luego de haber pasado por las aulas de clase de Estudios afro-asiáticos de Enrique Serrano, de África y el Islam de Julián López de Mesa en el pregrado en el Rosario, y de Estudios de África de Jerónimo Delgado en la maestría en el Externado, la historia contada por cada capítulo del libro me parecían el lugar común de muchas lecturas y debates que tenía engavetados en algún lugar de mi memoria.

Definitivamente soy una mujer afortunada por haber dado a lo largo de la vida con estos maestros, con este libro, por haber escuchado en persona a Yaa Gyasi y ver en su ejemplo, que cada día son más las mujeres que escriben proezas como la que aquí les recomiendo.


2) En mi caso, no siento esa necesidad desbordada de investigar de mis ancestros más de lo que ya sé, pues tuve la suerte de conocer a 3 de mis bisabuelos y a mis cuatro abuelos, de los cuales aún tengo la dicha de disfrutar la vida de mis 2 abuelos maternos. Todos ellos se encargaron de contarme desde muy pequeña quienes eran, de donde venías sus familias y porque yo soy el resultado de todo eso.

Por el lado de mi padre la mitad eran españoles cultivadores y comerciantes de algodón y tabaco, la otra mitad eran indígenas que trabajaban la tierra de esos españoles, mis abuelos nacieron en pueblos del Departamento de Sucre. Por el lado de mi madre tengo ascendencia libanesa y negra, mi segundo apellido significa literalmente “quien va a la Meca”.

Con lo anterior, tengo suficiente información como para saber que medio mundo recorre mis venas, y para no sentirme desagradecida por algún motivo “migracional”, me toco la buena suerte de haber nacido en Cartagena de Indias y ser dueña y artífice de mi propia historia. Pero entiendo a los que tienen esa necesidad, de saber de qué “se está hecho” y de querer tener una vida sin ese tipo de incertidumbres.


Y la ñapa de esta entrada:


En el segundo evento en el que tuve la oportunidad de escuchar a Yaa Gyasi en el Hay Festival fue en donde los escritores recomendarían varios libros a los asistentes, la condición de esta gala es que debían recomendar libros de escritoras esta vez. Las autoras que recomendó Yaa Gyasi fueron:


1) George Eliot, seudónimo masculino con el que firmaba Marie Anne Evans.


2) Ama Ata Aidoo, escritora Ghanesa

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Angélica Villalba Eljach
escribo para recordar que estoy hecha de callecitas y letras...

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